lunes, 13 de junio de 2011

I Had a Dream

Anoche soñé con Ella...



Pasaba en bicicleta frente al negocio cuando la vi a través de la vidriera. Llevaba un vestido rosa. Me parecía que se había empequeñecido, pero guardando todas las proporciones, como una hermosa muñequita. Me encantó verla tan risueña a pesar de que había enviudado hacía poco tiempo. Así ocurrió. Su marido, siempre ruin y ambicioso, viendo cómo esa gente que envidiaba y soñaba con ser parte de ellos se habían aficionado a las motos, decidió comprar la suya y la conducía con tanto arrojo y tan poca pericia, que no tardó en estrellarse en la parte trasera de un enorme carro tanque. No quedaron restos de su persona. Solo porque sus compañeros dieron testimonio de su muerte e identificaron algunas piezas de la máquina, pudo creerse que en realidad ya no estaba en este mundo.

Entré e inmediatamente fui acariciado por su saludo. No hubo contacto físico, sin embargo mi cuerpo se sentía envuelto de Ella. Su tez lucia bronceada como si hubiera pasado unos días en la playa. Estaba acompañada por una mujer corpulenta, de toscas facciones. Mi mente retrocedió algunas décadas y localizó su nombre.


-¡Hola Carmen! ¿Cómo estás?

-Aquí esperando a ver cuánto tardabas en reconocerme...

-¡Pero como crees Carmelita! Tú eres de las que no se olvidan. Y bajando la voz me dijo en tono cómplice:

-Aquí hay alguien que tampoco te olvida... Ruborizado como un colegial, contesté nervioso:

-Qué bueno, porque yo también yo...
-Últimamente ha estado muy nostálgica. -Cortó Carmen. - Metida en el trabajo, Tomó las riendas del taller y ya verás que lo ha hecho muy bien. Yo le ayudo en la administración. Bueno, los dejaré solos un rato. Qué bueno verte después de tanto tiempo. Te ves muy bien.

-Tú también estás igualita Carmen. Me dio gusto saludarte. Apenas quedaron solos, Ella se acercó sonriente y preguntó:

-¿Qué te decía la Carmen?

-Que andas muy trabajadora.

-Y... ¿Nada más? inquirió regalándome su dulce y cálido aliento.

-Bueno, también que de repente te pones triste y haces recuerdos de tiempos idos...

-¿Y tú no los haces? Dijo insinuante y coqueta como solo Ella podía serlo con esa sonrisa que tanto me inquietaba.

-Sí, claro, siempre... es bonito eso... Alargando sus brazos delineó mi talle, del pecho hasta la cintura.

-Has adelgazado, -aseguró y enseguida sentí sus lindas manos tocando suavemente como en una caricia mi pecho y mi abdomen. Me estremecí, quise abrazarla muy fuerte, pero me contuve. Siguió explorando, ahora mis caderas a la altura del cinturón. Y luego...

-Vamos a mi casa... dispuso en la forma más natural.

La seguí obediente hasta su camioneta. Subí con la mente puesta no sé en donde y cuando menos lo esperaba, estábamos entrando a su cochera y luego a la sala. Ella siguió hasta la recámara y me llamó desde allá. No estaba en la elegante habitación, pero la escuchaba trajinando en el baño-vestidor. Todos mis sentidos estaban alerta. Podía sentir a mis feromonas alimentando la llama del deseo y más cuando me pidió de modo imperativo:


-¡Quítate la camisa!
Salió del baño arrastrando una gran bolsa negra de plástico. En la mano traía una camisa a cuadros verdes.

-Si te queda esta, te quedarán todas. Quedaron nuevecitas y ya sabes cómo le gustaba estrenar a él. Dejó mucha ropa y que bueno que sean para ti. También hay ropa de invierno muy fina. Por suerte pasaste hoy por ahí y mira, ya se hizo de mulas Pedro.

Pasado el penoso episodio y algunas semanas después, la bolsa negra seguía sin abrir en un rincón de mi casa. Mi cabeza hervía de ideas, de mensajes encontrados. Mi ego hecho añicos, pero el amor, sobre todo ese que se tiene uno a sí mismo, vino a mi rescate y elaboré una alambicada teoría que me sacó del pantano en que me encontraba: "Ella es un ser especial, ingenuo y obra de maneras no convencionales. Sin duda está en un conflicto sentimental. A fin de cuentas él era padre y esposo, quien daba el sustento y hubo cierto cariño en algún momento de su relación de más de 30 años. Yo creo que Ella me quiere ver con estas ropas para así tener un híbrido de los dos hombres que más han tenido influencia en su vida".

Así fue como ahora uso camisas de cuadritos, de rayitas, de colores pastel, de firmas reconocidas. Mis amigos han notado el cambio y me dicen en tono burlesco "metrosexual de pacotilla" yo solo les sonrío indulgente y compadezco a esos pobres tontos ignorantes del papel que ahora he asumido del hombre que lleva en su persona dos amores y los dos de la misma mujer.
Mientras, (hay que recordar que este fue un sueño de una noche de Junio del 2011), sorprendo desde arriba una conversación entre mi amada y su prima, ahí en la misma oficina donde esto empezó.

-¡Qué bueno que ya te deshiciste de la ropa!

-¡Ay sí! y fíjate que más gusto me da el habérsela regalado a alguien que verdaderamente la necesita. Anoche soñé con Ella…