miércoles, 1 de abril de 2009

15 y no pude acortarlo

De Monja a Casada
Elena pasó entre los invitados haciendo equilibrio con las copas vacías que iba recogiendo. Al mismo tiempo repartía sonrisas y disculpas con un gracioso ademán característico de ella, que consistía en una pequeña inclinación de cabeza sacudiéndola levemente, un poco a la manera de las mujeres japonesas. Cuando ella y Roberto su marido planearon cuidadosamente la reunión para festejar su aniversario de bodas, quisieron hacerla lo más privada posible. Así decidieron invitar a sus más íntimos amigos y realizarla en su propia casa. Ya avanzada la noche, la fiesta languidecía, algunos bostezos se empezaron a mostrar y decayó el ritmo de las conversaciones.
En cuanto la primera pareja se levantó para irse, fue como una señal para que los demás lo hicieran. Fueron saliendo lentamente. Elena y Roberto los despidieron en la puerta de la casa y al salir el último entraron abrazados a su hogar. Él no insistió para que dejara de recoger vasos, platos y copas. Sabía que era inútil. Ella no se dormiría hasta tener todo arreglado y limpio. Roberto cooperó sacando algunas sillas plegadizas y mesillas. Luego se arrellanó en su sillón preferido con una bebida en la mano y contemplando el trajín de su hermosa pareja notó cómo a través de la sutil tela de su vestido se insinuaban sus formas juveniles. Con todo y sus 43 años, Elena conservaba intacta su belleza. A Roberto siempre le había intrigado que su esposa cambiara camaleónicamente de acuerdo a la ropa o peinado que utilizara. Dando un suspiro, dejó volar sus pensamientos hasta la época en que tuvo la fortuna de conocerla.

1 comentario:

  1. ay Jorgito.... que lindo el relato, valen la pena las 15 páginas jejeje

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