miércoles, 4 de marzo de 2009

Contando mis cuentos

En algún lugar leí que sólo 4 de cada 10 conservan por más de un año el Blog que crearon con la idea de prevalecer por mucho tiempo. Recuerdo que de niño intenté escribir un diario, probablemente influenciado por aquél bonito libro de lectura "Corazón" diario de un niño, Por Edmundo de Amicis. El diario no sobrevivió una semana a mi rutinaria vida. Primero, porque juzgué que mi vida era tan parecida de un día a otro, que no había nada que narrar. La otra, la secreta razón, fue que no podía decir mentiras. Mejor dicho, no debía ocultar nada si en verdad era honesto y me hubiera llenado de vergüenza que mi diario, aún siendo íntimo, sólo para mis ojos, fuera a parar algún día a otras manos y llegaran a enterarse de mis asuntos privados. En aquellos lejanos tiempos de mis primeros estudios, la escuela donde asistía era de padres maristas. Cada viernes primero del mes, debíamos confesar nuestro pecados para luego comulgar más limpios que mi actual cuenta de ahorros. No sé que pecados pueda tener un niño de 10 años, pero igual nos confesaban.

-"Dime tus pecados"
-Reñí con mi hermano
-¿Qué más?
-Insulté a uno de mis compañeros.
-¿Qué le dijiste?
-Algo de su mamá...
-¿Otro pecado?
-Tomé una Pepsi de la tienda sin pagarla.
-Mi hermano quebró un vidrio del salón de tercero...
-Mi hermano se agarró a golpes con...
-Mi hermano no obedece a mi mamá
-Mi hermano... -
Está bien, está bien...
-Y tú...¿No has hecho picardías?
¡Por fin! lo que temía, salió.
-Ssí... Dije avergonzado.
-¿Sólo o acompañado?
-Ssólo...

Hasta entonces yo no sabía ésas cosas de la masturbación, pero había escuchado a mi hermano y sus amigos cuando hablaban maliciosamente de "tocársela" (para decirlo en la forma más suave). Como yo necesariamente tenía que "tocármela" aunque sea un poquito al hacer pis ó al bañarme, pues eso constituía, según las estrictas reglas de moral que me había impuesto, un pecado de los más graves. Por fortuna el Padre me lo perdonaba y me iba tranquilo, con el alma limpia, libre de pecado. Era demasiado para un pequeño de diez años. Sólo un día del mes estaba limpio y el resto era un niño sucio y pecador. Entonces, ¿Cómo iba a tener un diario en ésas condiciones? Si todos los días pecaba, era mejor no enterar a nadie a través de mi diario. Pero la Providencia tiene un premio para los niños buenos. Mi mamá me enviaba a comprar cosas a la tienda y yo lo hacía con mucho gusto, a diferencia de mis hermanos, uno que me antecede con 4 años y otro que me precede con 4 años. Así que yo fui el mandadero de mi casa por mucho tiempo. Tenía por costumbre el llevar la vista fija en el suelo, por si encontraba una moneda. Una vez, hallé entre el barro de la lluvia anterior un pequeño libro blanco. Lo limpié y en su portada apareció un lindo niño con la mirada puesta en el cielo. Un resplandor lo iluminaba. Sus manos estaban juntas en actitud de rezo y a un lado de él, hacia atrás un ángel bellísimo lo protegía. Llevé el librito a mi abuela. Lo terminó de limpiar con un trapo húmedo y me dijo: -Ya lo ves, mi niño, Dios te ha premiado. Ésto es un misal y lleva las oraciones más bonitas. Leelo y cuídalo como un tesoro, como un regalo del cielo. Lo abrí y noté que al final de cada oración venía un número, por ejemplo, en el Padre Nuestro, señalaban "50 indulgencias". Fuí de nuevo con mi abuela y me explicó. "Hay pecados mortales que sólo pueden ser perdonados por Dios a través de un sacerdote, pero los pecados leves ó veniales, pueden ser borrados si rezas con devoción algunas de éstas oraciones" Fue uno de los días más felices de mi vida. Héte aquí que aquél niño pecador por fin había encontrado un sistema casi automático para lavar sus pecados. Hice una lista de pecados (Los más vergonzosos los apunté con abreviaturas) pusé una cifra calculada por mí, (Tenía cierta experiencia por las penitencias que imponía el cura) Así pude terminar mi niñez limpio, impoluto para salir de mi casa a los 14-15 de edad (Con mentalidad de 8 años en ciertas cosas y de 45 años en otras) a realizar mis estudios de preparatoria y profesional lejos, muy lejos de mi hogar, pero eso será motivo de otra charla. En fin, ya inicié y espero que antes de aburrirse ustedes, no vaya a aburrirme de estar Contando mis cuentos.

3 comentarios:

  1. Pues aquí me tienes, como una de tus seguidoras más fieles... nunca me aburriré, y me encargaré de que tú tampoco jejé...
    Besoooo grandeee ♥

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  2. Al igual qeu Jud, dudo que llegue a aburrirme de leerle... me fascina entrarme en la historia y me muero de curiosidad por saber siempre el final jejejeje, y pues... espero que no se aburra. mire que me hace las esperas por mi hermana muchísimo más leves!

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  3. Gracias, muchas gracias. Por aquí tenemos un columnista que aparece en periódicos de todo el país y siempre acostumbra agradecer "a sus cuatro lectores". Yo puedo, sin exagerar, agradecer "a mis dos lectoras"

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