sábado, 7 de marzo de 2009

Mi Tercer Cuento

Envuelto en los recuerdos de mi pasado, borroso cual lo lejos del horizonte, guardo... sirva éste fragmento de la poesía "Sembrando" de Don Marcos Rafael Blanco Belmonte para narrarles un suceso que en aquella infancia me impresionó en gran manera: Hubo un choque en la esquina de mi casa. Un pequeño escarabajo Vokswagen fue embestido por una vieja y pesada camioneta de carga. La conductora del automóvil resultó ser una joven señora conocida de mi familia. Ella salió despedida por fortuna, ya que inmediatamente hubo una explosión y el auto comenzó a arder. Cuando volvió del breve desmayo, se escucharon unos gritos espantosos: ¡Mi Hijo, Mi Hijo! Se armó un escándalo. Venía gente corriendo de todos lados y en ése momento salió mi madre, protectora, a meterme a la casa. Durante mucho tiempo se habló del accidente y sus escenas quedaron en mi memoria. De ésos recuerdos tomé los hechos para mi tercer cuento.

EL OLVIDO MILAGROSO
Pisó tres veces el pedal del acelerador para poder arrancar el motor de su Volkswagen sedán. -¿Cuántas veces más tendré que decirle a mi marido que lleve éste auto al mecánico? -Pensó un poco desesperada. Repasó su lista de compras mentalmente. -"Un paquete de galletas saladas, un frasco de mayonesa, una botella grande de Coca-Cola y unas servilletas de papel". -"En cinco minutos estaré de vuelta. Eduardo no tardará en llegar a comer". Tomó la primera calle a la izquierda, imprimió velocidad al pequeño vehiculo, rebasando a una torpe camioneta de reparto estacionada en doble fila y continuó su camino al almacén, a tres calles de distancia. Al llegar al segundo cruce, un auto deportivo se atravesó a su paso. Laura lo esquivó sin reducir su veloz marcha, sin embargo, un pesado camión de carga que circulaba por el carril contrario tapaba la circulación completamente por ésa vía. El vetusto Vokswagen golpeó con fuerza el neumático delantero del camión, pareció que rebotaba y en un movimiento de camara lenta retrocedió volcándose al mismo tiempo y dando varias vueltas de campana hasta quedar con las ruedas hacia arriba, maltrecho, junto a un auto estacionado cerca de la esquina. Laura salió despedida del vehiculo en las primeras vueltas. No llevaba ajustado su cinturón de seguridad. Cayó sobre el pavimento quedando inconciente. Varias personas acudieron presurosas. Alguien gritó: ¡No la muevan, llamen a una ambulancia! En eso estaban, cuando una explosión retumbó como un bombazo. El Volkswagen había derramado el combustible de su tanque y alguna chispa provocó la explosión. El auto vecino quedó envuelto en las llamas y en un momento se oyó otro ensordecedor estruendo. Ellos no corrian peligro, estaban a una razonable distancia. Laura recobró la conciencia y atontada se dió cuenta de la situación. Su grito resonó por encima de todos los ruidos. ¡Mi hijo, mi hijo! exclamaba. Una señora le preguntó: ¡Donde lo traía! ¡Atrás, en el asiento, en su portabebé!, gimió desesperada. No había nada que hacer. Las llamas invadían todo, nadie se podía acercar. Llegaron los bomberos al mismo tiempo que la ambulancia recogía a Laura del piso, que gritaba desaforada. Le inyectaron en su brazo un tranquilizante y aún así siguió sollozando. Eduardo llegó en el instante que el jefe de bomberos se acercaba con una pieza de alambre en su mano. -disculpe, ésto es todo lo que hemos podido rescatar del portabebé. No hay ninguna seña de él. Eduardo, llorando desesperado clamaba: -¡Tenía tres meses de edad! -Lo siento mucho, -dijo el jefe. -A ésa edad los bebés aún no tienen los huesos formados, es por eso que no quedó ningún vestigio. -Lo siento. -Repitió.Laura fué llevada a un hospital cercano. Eduardo la acompañó. Todo sucedió a las doce, al mediodía. A las cinco de la tarde, el médico la dió de alta. -La hemos revisado bien, Señor. Su esposa no sufrió ningún daño físico. Mañana probablemente amanezca bastante dolorida, es normal en éstos casos. Le recetaré un analgésico. Lo que sí es de cuidado es el trauma sicológico por la pérdida de su hijo. Sé como debe sentirse usted, pero ella necesita ahora de toda su atención. Le aconsejo que la señora reciba ayuda sicológica. -Era nuestro único hijo, Doctor, verá, nosotros somos recién casados y no tiene idea de cuanto la amo y cuanto hemos amado a nuestro bebé. -Lo comprendo -Dijo el doctor. -Por éso, por ella, debe usted ser muy fuerte, necesitará mucho de usted. Ya puede llevársela. Si se alteran mucho sus nervios, déle una pastilla, pero trate de racionarlas lo más posible.Llegaron a la casa. Ella bajó como una autómata y nunca se imaginó que los lloriqueos que escuchaba no vinieran de otro lugar que no fuera el interior de su cerebro. El sí escuchó claramente y nervioso, abrió la puerta, se metió precipitadamente y regresó con su bebé en los brazos todavia gimoteando. -¡Laura! ¡Estaba en la cuna, mi amor! ¡Lo dejaste para ir a la tienda, luego con el golpe se te olvidó y pensaste que si lo llevabas! -Ella gritó, sintió desfallecer. Antes de entrar al desmayo, balbuceó -¡Si lo llevaba! ¡Lo recuerdo! ¡La Virgen, Dios, EL Cielo me lo ha regresado!Hasta la fecha, el niño, Vinicio, tiene veintidós años. Ella lo llama "Mi Milagro" nadie podrá convencerla de que no lo llevaba al almacén. Para su marido, no es mas que un afortunado olvido que hizo volver a la vida a los tres.

2 comentarios:

  1. Y ese olvido también sucedió en el accidente que cuentas al principio Jorgito? Espero que sí!!

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  2. Así es, Cris, hubo realmente un olvido tal como está escrito. Había dejado al bebé en su cuna. Aunque le puse una edad actual de 22 años, en realidad tiene el doble, (quería ocultar un poco mi propia edad).

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